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martes, 23 de junio de 2009

Idea Vilariño

Una lluvia pausada, alargada, serena,

envolvente, inquietante, sostenida, perfecta.

He dejado la música, ahogué todas las voces

para escuchar la suya que suena tenazmente

como un hilo de plata dentro de un viejo odre.



Y me digo, rendida, sin voz, pausadamente,

que la lluvia cayendo hace un ruido de gente

cayendo sobre el mundo a lo ancho de los siglos

acompasadamente.



Dentro de mí no hay ruidos.

Hay cántaros vacíos, campanarios en ruinas,

hogueras apagadas, hay agotadas minas

blancos ojos de estatua, grandes estrellas huecas,

relojes sin agujas y libros sin palabras

y violines sin cuerdas.



Y un silencio espantoso en que cae la música

armoniosa, cansada, perfecta, de la lluvia

con un ruido de perlas contra el fondo de un cofre,

con un ruido de alas, de dedos; con un ruido

monótono, angustioso, ancestral, monocorde.




(Para D.D.!... Siempre habrá donde encontrar belleza; sólo hace falta cambiar la perspectiva de cómo miramos! Eternamente agradecida por todo lo que me das.)

domingo, 7 de junio de 2009

AHORA



No debiera pensarte / no debiera mentirme / no / ignorando lo cierto / celebrando las exequias del fin / de esto / de esto que no queda de ti en mí / debiera desconocerte / debiera alegrarme / sí / ahora / a (des)tiempo.
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El escondite del silencio por Ade Giménez Ribes se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España.