Se adelantan porque sí los días; tienen prisa de rutina. Volveré a esperar, como tú, un año más; pendiente de que alguien nos mande la fórmula mágica vía mail.

Me cuentas que no hay sufrimiento más áspero que quedarse atrapado en las manillas de un reloj…en las hojas de un calendario que anuncian el fin exasperado de los pensamientos urgentes.
Este devenir emergente de casualidades obligatorias te otorga un sosiego aún pasmoso. Apuntas que no será tan malo… el quehacer cotidiano dignifica al hombre más allá de sus posibilidades. Tomo nota porque no quisiera evitar compartirte.
Te eché de menos lo suficiente como para ser feliz a deshoras.