Las caricias que no me das se pierden;
en espiral,
en el extremo de la cama,
en la inmensidad de este silencio imperfecto que te grita.
Las manos nunca mienten;
te dibujan el contorno en la transparencia del aire
para no prescindir de ti.
Ya no hay en este mes de mayo paraguas para dos,
las calles de Madrid son ecos sin nombre,
cuerpos que andan,
pensamientos que engullen
reflejos azules.
en espiral,
en el extremo de la cama,
en la inmensidad de este silencio imperfecto que te grita.
Las manos nunca mienten;
te dibujan el contorno en la transparencia del aire
para no prescindir de ti.
Ya no hay en este mes de mayo paraguas para dos,
las calles de Madrid son ecos sin nombre,
cuerpos que andan,
pensamientos que engullen
reflejos azules.